11 noviembre 2008

Recordar es vivir : tarde de Otoño
en el Aeropuerto del Sur de Galicia


Hace años, muchos años ya, aquí no llegaba más que un avioncito de hélice, dos veces al día, antes una tan solo, procedente de Madrid. Apenas 49 pasajeros, un Fokker ruidoso y mareante. Esa era la realidad del aeropuerto (?) de Vigo.
Luego, unos cuantos idealistas se empeñaron en demostrar que aquí podían venir reactores... Enseguida se apuntó la clase política de entonces; entre unos y otros, los que soñaron para dibujar el futuro que podía venir y los que tenían el poder para empujar... se logró que llegasen aquellos viejos DC-9 que en el fuselaje traían aún la leyenda de Aviación y Comercio, más tarde reemplazada por la denominación de Aviaco.
Por medio hubo mil peripecias y hasta batallas para que no se llevasen un pórtico del ILS hasta A Coruña, luego la lucha por las ampliaciones de la pista hasta los iniciales 2.250 metros de la tranquilidad...
Eran tiempos en que un viejo periodista, Angel Barreiro, se había reciclado y de ser el cronista oficial del Puerto -a donde ya casi no llegaban trasatlánticos- había pasado a ser poco menos que el cronista que daba fe de las salidas y entradas de los aeroplanos. Su entusiasmo nos contagió en aquella vieja redacción de la calle Colón, 30. Y nos metimos de lleno en la lucha... hicimos casi cursillos acelerados de navegación aérea, todo fuese por la causa...
Peinador tenía que despegar y aquellas fotos que Barreiro traía bajo el brazo cada día, tenían que salir en las páginas de aquel diario con todo el realce y...toda la denuncia del mundo si fuese preciso.Y así fue durante mucho tiempo.
Un año de aquellos, un tiempo después, con Peinador ya despegando, incluso con charters a Canarias y líneas a Madrid y Barcelona mas por medio muy pronto Bilbao, Pamplona y otros lares... a Angel Barreiro, el personal de Peinador, con su director a la cabeza, le entregó una simbólica insignia de oro del aeropuerto de Vigo. La tenía más que merecida. Barreiro encarnaba el amor profundo por Vigo, por el Sur de Galicia, y a su modo y manera trataba todos los días de plasmarlo en las páginas del periódico en el que trabajaba.
No fue el único Barreiro, en la lucha periodística. Pepe Vázquez -por ejemplo-, con sus encendidas pláticas radiofónicas, trataba de concienciar cada dos por tres de lo mucho que teníamos en juego si no conseguíamos sacar adelante Peinador...
Pero el hombre clave de que Peinador no solo lo fuese sino que también lo pareciese, resultó ser aquel inolvidable director del aeropuerto de Vigo llamado Manolo Onís Ocaña, un cordobés que parecía nacido a pies del olivo del Paseo de Alfonso, tanto era su empeño en lograr que el aeropuerto de Vigo fuese lo que con el al mando finalmente fue...
A Onís no le llegaba el escaso sueldo que entonces tenía como director. Porque entre otras cosas se lo gastaba cada dos por tres en relaciones públicas en favor del aeropuerto... No había fondos reservados ni sin reservar... y el se lo sacaba de su propio bolsillo, hasta ahí llegaba su entusiasmo. Si un piloto de Aviaco -por ejemplo- fruncía el ceño cada vez que aterrizaba en Vigo con mal tiempo... enseguida Onís encargaba en Casa Herminia en Os Valos, unas centollas ad hoc, para que el comandante viese desde entonces la aproximación a Peinador con otros ojos. Y a fe que lo conseguía.
En una ocasión, a pie de escalerilla del avión que trasladaba a los Reyes a Vigo, estaban las autoridades presentes y con ellas el director del aeropuerto, Manuel Onís. La Reina, nada más poner pie en tierra exclamó : ¡qué día tan magnífico tienen ustedes aquí...!. A Onís le faltó tiempo para contestar : las dignísimas autoridades aquí presentes no me dejarán en mal lugar, si digo que es gracias a la radiante y dulce sonrisa de Su Majestad que ilumina la magnífica mañana que, efectivamente, tenemos...". Las autoridades allí presentes, sonrieron; el Rey, más todavía, faltándole tiempo para dar una afectuosa palmada en la espalda de aquel genial director que Vigo tuvo en su aeropuerto.
Manuel Onís era así : atrevido, audaz, espontáneo, eficaz, capaz de todo... Hizo lo indecible por lograr que el aeropuerto de Vigo tuviese todo lo necesario para despegar de una vez y por todas. Y lo logró. Y aunque se le rindió un homenaje importante con ocasión de su marcha a Madrid, la realidad es que Vigo está en deuda con la figura y la memoria de quien llegó aquí en el momento más trascendental para la suerte de nuestro aeropuerto y no solo no defraudó, sino que triunfó y logró lo que difícilmente otro en su lugar habría podido lograr. Fue el hombre adecuado en el momento justo, bien podría decirse.
Y si en vez de Onis hubiese aterrizado en Peinador otro... quien sabe si Vigo no se hubiese quedado atrás y hoy la realidad de su aeropuerto difícilmente sería la que es... Porque entonces, en la época de Onis, los directores de aeropuerto como Manuel Onís -desgraciadamente muy pocos- eran gentes que peleaban por las inversiones, que vigilaban que estas se ejecutasen, que se jugaban diariamente su puesto desde sus insistencias machaconas...
Fueron tiempos en los que, también es cierto, la Diputación echó el resto por Peinador, empujó economicamente de modo muy decisivo... y en su paso por el Ministrerio de Transportes, justo es decirlo, Abel Caballero nunca hizo oídos sordos a lo que Onís, en forma de peticiones, cada fin de semana, al oído le decía cuando iba y venía desde Madrid.
En fin, este artículo no pretende ser homenaje a nadie en particular, pues de bastantes habría que hablar. Fue lo de Peinador en su fase decisiva una tarea de muchos y en la que -modestamente- nos sentimos muy honrados en participar.
Hoy, pasados los años, en una tarde de Otoño, hemos ido este martes a donde van tantos y tantos habitantes de la Galicia Sur, a ponernos tras la valla metálica, en esa especie de tendido de sastres -ya perteneciente el territorio a Mos- a donde tantos acuden a ver los aviones, vieja y entrañable costumbre, donde padres, hijos y abuelos se dan cita cada día... Allí, con la cámara en mano, tomamos imagenes que aquí nos acompañan, emulamos a Angelito Barreiro en sus tiempos, cuando don Juan Palomar -enfadado por sus denuncias- no le dejaba entrar en el recinto aeroportuario...y Barreiro se subía a la loma y con el teleobjetivo disparaba a todo avión puesto por delante...Y es cuando, inevitablemente, a la memoria vinieron los recuerdos. Y la obligación de confesarlos ante ustedes. Y es que siempre se ha dicho que recordar es vivir. ¡Qué gran verdad!.
EUGENIO EIROA