Salomé García, en "Público".
Los equipos de Touriño y Quintana tienen hoy una buena oportunidad de echarse los trastos a la cabeza. Están bien entrenados para hacerlo. En estos cuatro años han fabricado más líos que decisiones de Gobierno. Hoy ambos tienen razones para el reproche. Cada uno de ellos ha regalado al PP parte de su electorado, desencantado con un matrimonio nacido imposible.
La derrota del bipartito se ha fabricado en las grandes ciudades, donde la crisis económica pega más fuerte. En Vigo, el PSOE ha caído un 5% respecto de 2005. Los socialistas han aguantado mejor en Santiago, donde es Quintana el que se ha dejado otro 5%. Pero el símbolo de la derrota del bipartito es A Coruña. Las caídas de ambos partidos (un 6% el PSOE y un 7% el BNG) se llaman debacle. ¿Se arrepentirá hoy Touriño de no haber escuchado a José Blanco cuando le aconsejó convocar a los gallegos el pasado octubre?
Tras la decisión errónea de la fecha electoral vino una campaña anodina, falta de reflejos para atajar las acusaciones de despilfarro (el coche, el despacho, el yate...) y escasa de argumentos para dar la batalla a favor del gallego, pese a la evidencia de que el bilingüismo se colocaba por vez primera como arma arrojadiza de la derecha.
¿Y la corrupción del PP? Provoca desafección hacia los políticos entre los indecisos de la izquierda. Y es un excelente resorte para llamar a la autodefensa en el electorado de derechas