28 septiembre 2009

Descalabro del Pontevedra ante el Lugo (0-5)

Pontevedra-Vigo (MORRAZO-TRIBUNA).- El entrenador del Pontevedra, señor Aguirre, anunció que ante el Lugo iba a hacer una serie de "ajustes" en el Equipo "pero no porque me preocupe el rival sino por nuestras necesidades". Aguirre metió mano en lo que por ahora más o menos bien funcionaba y el resultado fue 0-5 ante Club Deportivo Lugo y los aficionados que fueron este domingo a Pasarón, desolados, tremendamente desolados.
Cedemos la pluma para la habitual crónica de los partidos del Pontevedra, en esta ocasión, al popular seguidor granate Snorre, uno de los que sufren cada domingo pero jamás arrojan la toalla en su recio sentimiento granate. Veamos lo que ha escrito para la ocasión y de lo cual se hace eco ya esta madrugada, el popular foro de pontevedracf.net


UNA HUMILLACION INTOLERABLE
Y UN “GUARDIOLA” DE PACOTILLA

Tengo que reconocer que no sé si alguien suele leer habitualmente las crónicas que publico tras los partidos de casa del Pontevedra CF.
Lo hago porque me gusta hablar de fútbol, me gusta hablar del Pontevedra y además porque quizá a algún aficionado granate que por diferentes circunstancias no pueda asistir a los encuentros de su equipo le sirva siquiera mínimamente para conocer algún detalle de los partidos.

Por eso, por si existe alguno de esos aficionados que pierden el tiempo leyendo esto, quiero pedirles perdón de antemano por escribir esta vez con más dosis de corazón de lo habitual pues en ocasiones señaladas (y esta es una de ellas) de nada valen diplomacias, contemporizaciones o medias tintas sino que lo que procede son las verdades y las realidades.

Llegué esta tarde a Pasarón un poco más temprano de lo habitual (suelo hacerlo sobre las “menos veinte” pero ayer daban las “y media” cuando ocupé mi asiento en la grada del lerezano campo). Con los auriculares puestos pude comprobar la nula capacidad táctica de Alejandro Valverde en el mundial de Ciclismo (vaya con los Valverde…) antes de “echarme a la boca” la hojita de papel en la que figuraban las alineaciones de ambos equipos.
Uno de mis compañeros de fatigas de los Domingos me miró extrañado al comprobar la expresión de perplejidad con la que un servidor observaba el folio de marras y se lo pasé con la boca abierta para que entendiese “ipso facto” la razón de mi súbito pasmo.

No hace falta, y lo digo con total sinceridad, ser entrenador de fútbol sino sólo poseer algunas luces de raciocinio para sospechar que el Pontevedra se iba a estrellar con todo el equipo con la alineación que Pep (digo Roberto Aguirre) había decidido sacar al césped.
Por partes : Nevado y Villa a la grada; Santi Amaro al banco; Gerardo al banco y la alineación titular: un disparate.
Y era un disparate porque Baquero es un buen central para la categoría pero un mal lateral izquierdo para la misma; porque Claudio es un “apañado” lateral izquierdo para la categoría pero un horroroso (y lo siento por el chaval) centrocampista de la misma.
Porque junto a Claudio se colocaba en el medio un Aicart que lucha, trabaja y pelea pero que no distribuye un solo balón con criterio con lo que se renunciaba de golpe y plumazo a ese estilo tan tocador que preconiza nuestro Pep (perdón) nuestro Roberto Aguirre.

¿Consecuencias? . El Pontevedra quedaba anulado por completo en ataque pues el entrenador rival que parece que de esto sabe bastante tardó un par de minutos en descubrir que la única vía de creación de peligro granate podría venir de la conexión Cruz- Charles y taponó dicha vía con efectividad cegando por completo la fuente de juego pontevedresa.
¿Y en defensa? Buf, en defensa.
El Lugo no tuvo dificultad alguna en tocar y tocar en medio campo y encontrar sin presión el pase adecuado al espacio para el compañero que entraba en profundidad.
Con Claudio más perdido que un pulpo en un garaje, Aicart se veía impotente para frenar el arsenal llegador del rival y acabó desquiciado ante la avalancha rojiblanca.
La sensación al descanso no era de 0-2. Sinceramente la sensación era de 0-4 y el espectáculo había sido auténticamente impresentable.
Ese equipo controlador del juego había sido borrado del mapa por el Sr. Guardiola ( perdón, Aguirre) que se permitió el lujo de mandar a la grada a Nevado y Villa ( en lo de este último ya es reincidente) y dejar en el banco a Amaro.
¿Rotar? Bueno, no tenemos Champions ni Copa del Rey pero estoy dispuesto a aceptarlo por el hecho de jugar tres partidos en esta semana pero rote usted con sentido, hombre, no se cargue usted a un equipo por completo y que ha recibido ayer un varapalo que no estoy seguro de cuanto tardará en asimilar.
¿A qué viene poner a los pies de los caballos a Claudio, a Baquero incluso a Vázquez que llevaba sin jugar un partido oficial antes de hacerlo en Santiago casi cinco meses y le hace usted jugar noventa minutos el miércoles y otros noventa hoy. ¿Eso rotar con sentido? No, hombre no. Eso es cargarse un partido.
¿Por qué si a los diez minutos del encuentro ya se veía que el error era garrafal pone usted a calentar a la gente del banco a la media hora?
¿Por qué los saca en la segunda parte y no antes? ¿Es que estamos para permitirnos el lujo de entregar un partido en sólo 45 minutos?
Con esos tres cambios la alineación sí tenía algo más de sentido pero ya era tarde, muy tarde.
De hecho, y aún a pesar del 0-3 en el que Sergio Arias dejó en evidencia a un espantoso capitán Vázquez (repito, cinco meses sin jugar y dos partidos seguidos en tres días), el Pontevedra disputó sus únicos minutos decentes con un Gerardo incisivo por la derecha y un Amaro dando algo de sentido al juego en medio campo.
Llegó una ocasión clara de Cruz, el penalti fallado por Charles y otra ocasión clamorosa fallada por el brasileño.
Pero todo estaba al revés desde el principio y de revés siguió al no haber marcado desde los once metros o haber fallado esas dos ocasiones muy claras de gol.
La última posibilidad de hacer algo se tuvo ahí y los últimos veinte minutos no fueron sino la continuación del recital lucense y en especial de un Sergio Arias que hizo cuatro goles preciosos para hundir en el fango a un Pontevedra lamentable.

Y yo pregunto: el año pasado el Ciudad de Santiago nos hizo cuatro aquí y acabó con las pocas posibilidades que todavía teníamos de jugar el play off. Nos fuimos indignados y cabreados del campo pero en el ambiente flotaba el hecho irremediable de que no había para más en la plantilla y que era un milagro que hubiésemos llegado con opciones al final de campaña con el equipo que había y con los atrasos tremendos que se arrastraban con los jugadores.
¿Y esta vez? ¿No va pasar nada tampoco? ¿Es que a nadie se le cae la cara de vergüenza por la HUMILLACION intolerable que se ha sufrido esta tarde?

¿En esto consiste el dichoso optimismo crónico, Sr Crujieras? ¿Consiste en llegar al campo a los veinticinco minutos de juego con 0-2 en el marcador y haciendo el ridículo y “descojonarse” en el palco con los de al lado?
¿Consiste en inventarse una pantomima de encuesta con el tema del escudo y luego tener que escuchar “al musculitos de tercera” decir que aceptan la “derrota” pero que los cambios se acabarán haciendo? ¿Es que preservar el escudo legendario de la entidad es una “derrota” para su equipo de trabajo?
¿Consiste el optimismo crónico en anunciar algo “misterioso” para las 12.30 de la mañana de un Lunes y pedirle a la gente que acuda al Puente de los Tirantes? ¿Qué van a repartir, los euros que los jefes de los aficionados que dejen sus trabajos para asistir a sus “chorradas” no les paguen a sus empleados?

¿Optimismo crónico? Pues mire, yo después de lo de ayer no puedo sino ser PESIMISTA PROFUNDO y le puedo asegurar ( a usted y a su jefe) que puede haber aficionados granates que tengan la misma paciencia que yo a la hora de sufrir por este equipo y aguantar “carros y carretas” pero no más. Y esa paciencia se me está agotando irremediablemente ante tanta incompetencia, tanta “chabacanería” y tanta estupidez.

Se ha perdido 0-5, 0-5 y esto no puede seguir como si nada hubiera pasado. Espero que recuerden ustedes a su entrenador (que es el nuestro, por ahora) que ni se llama Pep, ni entrena al Barcelona ni cuenta con Iniesta para sustituir a Xabi o a Henry para relevar a Ibrahimovic.
Yo no fui de esos aficionados que optaron por aplaudir los goles del rival, ni por marcharme en el minuto 70 del partido.
Yo fui de los que se quedaron hasta el final, sufriendo con mi equipo y llorando otra vez por dentro. Y esos aficionados, que somos la gran mayoría, no olvidaremos esta HUMILLACIÓN nunca y en su mano está que podamos superarla y poder ilusionarnos otra vez con ese objetivo de salir otra vez de este pozo inmundo de la 2ªB.
Snorre