24 septiembre 2009

Revista de Prensa

"...Hay espacios cuya urbanización no puede justificarse por los beneficios económicos ni por argumentos sociológicos como el imperativo de unas viviendas sociales. Los caballos de Oliveira no pueden ser sustituidos por una masa ingente de cemento..."


Muy interesante el artículo de hoy, en FARO DE VIGO, del acreditado periodista y prestigioso directivo del diario, CEFERINO DE BLAS. Leemos con especial interés párrafos como estos :


"...Desde el primer ayuntamiento democrático de 1979 se han sucedido cuatro planes generales, que no han abordado cuestiones prioritarias, como las viarias ni un sistema de depuración adecuado. Han propiciado la masificación de calles sin compensarlo con zonas verdes. Y han vulnerado el Plan Especial de Edificios y Conjuntos a conservar.
Tan polémicos han sido esos Planes de Ordenación que todos acabaron en los Tribunales.
¿Cómo ha de ser el Vigo del futuro? Es evidente que habrá de atenerse a lo pautado por los últimos Planes urbanísticos. Nadie hoy se plantea construir una ciudad nueva, sino adaptar la existente.
Vigo tiene que perder miedo a las alturas, pero estableciendo unas proporciones. Como en la capital federal estadounidense ningún edificio supera la elevación del monumento a Washington, en Vigo ningún inmueble debería rebasar la altura del Hospital Xeral. Pero, con carácter general, son preferibles los "rascacielos", que dejen espacios libres en su entorno, que la acumulación de edificios en pantalla que ciegan las calles, como ocurre en Travesía de Vigo, Camelias o la margen de Gran Vía, en su descenso hacia Plaza de América.
Una zona nuclear de la ciudad, como la Plaza de España, debe ajustar el desmesurado volumen de edificabilidad adjudicado en el plan de 2008, ya desechado en anteriores proyectos. Hay espacios cuya urbanización no puede justificarse por los beneficios económicos ni por argumentos sociológicos como el imperativo de unas viviendas sociales. Los caballos de Oliveira no pueden ser sustituidos por una masa ingente de cemento.
La ciudad tiene que ordenar su área industrial y su convivencia con el puerto. Es imprescindible recuperar para la ciudad el conjunto comercial de Orillamar, almacenes y naves de congelado, cuyo traslado a la prevista Ciudad del Frío debería acelerarse para que empalme con el Auditorio en construcción. Lo mismo cabe decir de su paralela, la rúa de Jacinto Benavente. Reconvertir esta área con inmuebles de calidad y espacios verdes mejorará la fisonomía urbana.
Un Vigo que fije las zonas donde pueden construirse alturas de 20 pisos máximo y que gane espacios de ocio. Que cuide sus fachadas –al Concello corresponde fijar exenciones compensatorias–, limpiando las de granito y pintando los edificios para que recobren su imagen primigenia. Y a ser posible con una ventana al mar.
En definitiva, una ciudad respetuosa con el pasado, pero "sin caer en el ridículo del culto a lo viejo por el simple hecho de serlo", que frene la voluntad "de crecer de Vigo", como advertía Celso Emilio a los que lloraban por la pérdida de las murallas.
Palacios pensaba en una ciudad de 400.000 habitantes. Aún no ha llegado a los 300.000, y actualmente no se dan las condiciones para este crecimiento por la lenta evolución demográfica, la contención migratoria, las políticas de fijación de población y el sueño de cada vigués de construir una vivienda unifamiliar con vistas al mar, sólo posible en el extrarradio. Vigo es el gran Vigo y tiene que pensar más en términos de área metropolitana que en el de localidad.
La experiencia ha demostrado que más que genialidades lo que conviene a Vigo es sentido común. Nunca habrá un Plano de Ordenación definitivo, y todos durarán el tiempo que demande el desarrollo natural de la ciudad. Lo racional es que cada Plan no deje tras de sí dificultades imposibles ni destrozos irreparables, sino perspectivas urbanísticas, que prolonguen lo existente. Sobre todo, en redes de transporte, en especial el marítimo entre los pueblos de la Ría, que a diferencia de tiempos pasados, y de otras poblaciones litorales del mundo, está desaprovechado.
Esa es la ciudad en la que quieren vivir los vigueses".