23 noviembre 2008

Una reflexión obligada
desde MORRAZO-tribuna

Esta mañana de sábado, fuera de Vigo, malamente he podido desayunar. Vi el periódico de las esquelas (casi dos páginas, que a precio de tarifa debe ser una fortuna...), me froté los ojos varias veces y -salvo mi probable torpeza que no ceguera- no encontré en parte alguna una nota informativa (que no de pago) refiriendo la muerte de Alberto Durán Núñez. Luego, vi la cabecera del diario y leyendo aquello de Edición de... me dije : ¡ah, claro, es cosa de las ediciones!. Pero después, cuando salí de la cafetería, reaccioné y pensé: si lo que me pareció ver es como antes describí, el título de la película de estos es coge el dinero y corre... Menos mal que en Internet aún no tienen ediciones y ahí al menos, le sacan...
Sin embargo, el título del film cuyo argumento torpemente trazaremos aquí, en MORRAZO-tribuna, no puede ser otro que la soledad tras el adiós de un hombre bueno.


Murió Alberto Durán. Sí, Alberto Durán, como todo el mundo le decía, como todo el mundo en esta provincia la conocía. Para mi, murió el diputado Durán, además del amigo. Nunca dejará de ser el diputado Durán. Probablemente nunca nadie mejor que el habrá encarnado el papel de diputado por una circunscripción, por una provincia. Se murió sin que llegasen las listas abiertas de las que tantas veces habló y tantas veces reclamó. Claro que, hace unos años, necias esferas de su partido ya se encargaron de cerrarle el paso a la posibilidad de presentarse a otras elecciones. Necios que jamás se dieron cuenta de la valía de quien -siempre- por encima de su partido tenía en cuenta a sus electores y de ello hizo gala a lo largo de toda su dilatada vida política. Necios que -eso sí- no tenían más remedio que ver en Durán al político que no estaba en la Política para servirse, sino para servir... De hecho hubo momentos en que la Política, la representación pública, claramente puede decirse, le costaba dinero...
AQUELLA CONSIGNATARIA
Conocí a Alberto Durán hace ya muchos años, en las oficinas de la empresa consignataria familiar, tan próximas al Puerto que tanto amó y defendió. Me lo presentó Angel Barreiro, aquel cronista legendario que daba fe a diario de todo lo que al lado del Mar de Vigo pasaba. Fue una presentación en la que de golpe hice cuatro amigos : don Alberto Durán -padre-, don Casimiro Durán, Alberto Durán-hijo- y su primo Enrique Durán... Eran los 4 pilares de aquella consignataria de buques, toda una institución en Galicia. Alberto Durán -hijo- y su primo Enrique -eficacísimo profesional y fantástica persona de bien- formaban un tandem maravilloso, extraordinariamente compenetrado. El día en que Enrique lamentablemente falleció, Alberto -que había volcado parte de sus fuerzas en la Política y en las relaciones internacionales que tanto le apasionaban- sufrió un durísimo golpe, al que poco a poco trató de sobreponerse, con aquella sonrisa de aceptación y flema británica que, como enorme virtud, adornaba siempre su entrañable personalidad.
Pero hablemos de Alberto Estanislao Durán Núñez, que ese era su nombre completo. De lo que hemos leído y oído sobre el tras su muerte de ayer, me quedo con algo que refleja muy bien su personalidad : "era el mejor embajador de Vigo en el Mundo". Es cierto, muy cierto. Lo fue toda su vida, fuese diputado, fuese vicepresidente de la Asociación Mundial de Consignatarios y Brookers, fuese directivo del Club de Campo o cónsul de Noruega y Suecia, por citar solo algunas de las muchas ocupaciones que tuvo.
Si aquel famoso Walter Mondale (que fue incluso vicepresidente demócrata de los Estados Unidos) -del que acabó siendo singular amigo- supo un día qué era Vigo, qué importancia tenía, a qué aspiraba Vigo y su puerto... lo supo de la mano de Alberto Durán.
Una Navidad, años después de haberle conocido y tratado, Alberto Durán me enseñaba la enésima carta puntual de Mondale, deseando en ella lo mejor para Vigo en el nuevo año... Compartíamos un café en el Bahía y Alberto sacaba de su bolsillo, este agradable correo que recoforta en la labor que hacemos por esta ciudad. Una labor que hacía siempre de mil amores, pagandose viajes de su bolsillo, o pagando las estancias de gentes importantes que traía aquí para convencerles de que lo que les estaba proponiendo en favor de la ciudad merecía la pena. Y al final, Vigo y Galicia eran los que realmente sacaban tajada.
No fue un político, un hombre público al uso. Fue generoso, desprendido, afable, cordial, servicial, amigo de los amigos -sin clases ni distinciones-, sencillo y afectuoso. Demócrata de pies a cabeza, liberal-conservador en el más puro e íntegro sentido de tal condición, se había formado en las mejores fuentes políticas del Reino Unido -que admiraba- y de los Estados Unidos y los paises nórdicos -Noruega y Suecia fundamentalmente-. Su referente cercano, al que citó muchas veces con orgullo por su amistad de la etapa parlamentaria, era Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón.
La realidad es que Alberto Durán estaba muy por encima de la media de la clase política que en España hemos tenido y tal vez podría decirse, parafraseando, que su reino no era de este mundo... Posiblemente por eso, a unos cuantos ignorantes, molestaba tenerle cerca. ¡Pobres ignorantes... cree el ladrón que todos son de su condición!. Jamás Alberto Durán habría protagonizado zancadillas, escaladas tipo trepa, afanes de quítate que me pongo yo... jamás. Y así fue en su vida, porque creía en otro modo de hacer política. Porque veía la Política como un afán por representar, por servir de verdad al votante, al ciudadano de una circunscripción por la que se pide el voto...jamás burló esos sagrados principios.
Hoy, Alberto Durán nos ha dejado. El cáncer maldito, también a el se lo ha llevado por delante con solo 68 años. Ahora, cuando llegue a ese cielo donde los justos y los buenos deben de estar, le estará esperando a la puerta -entre otros- Angel Barreiro. Y con aquella vehemencia que tenía en vida, Barreiro le dirá con la mejor intención : si ya te dije yo, Albertiño -así le trataba en los últimos años en la intimidad- que no te iban a agradecer nada, que al final ya ves, te mataste poco menos que para nada... .Y sonriente, siempre sonriente, Alberto le contestará : bueno Angelito, no hay que verlo así, algo hemos conseguido, tal vez merecíamos más, pero los Cruceros volvieron a Vigo, parece que por fijn van a ampliar los muelles, vino y seguirá viniendo la Cutty Sark, hicimos los puentes que tanto necesitabamos con Portugal, logramos que el aeropuerto no se detuviese...
Ese era Alberto Durán. Siempre hablaba en plural, siempre sin perder la modestia. Pero si hoy tenemos -y desde hace años ya- puentes entre Arbo y Melgaço, entre Goian y Vila Nova de Cerveira, se lo debemos fundamentalmente a el, a su tenacidad como diputado y a las mil gestiones complementarias personales que hizo en Madrid y en Lisboa, moviendo carros y carretas, desatascando -en la Comisión de Límites y otras burocracias- papeles que los Gobiernos habían empantanado. Así, por medio, quedaron días y días de gestiones, viajes, comidas y cenas que afrontó con la generosidad que le caracterizaba y... con resultados, puentes que se hicieron y que significaron tanto en el desarrollo en los últimos tiempos de la raia transfronteriza. ¡Hasta los últimos empujones al lento desarrollo del proyecto del nuevo pùente Tui-Valença fueron suyos...!. Nada tendría de injusto que los mandamases de la Xunta propusiesen ahora a sus colegas portugueses, que el puente entre Arbo y Melgaço -por ejemplo- se llamase puente Alberto Durán. No sería en nada injusta una decisión así. Pero tanquilos, que no lo harán...
El muerto al hoyo y el vivo al bollo. Así funciona esta Sociedad. Pero a unos cuantos, que hoy estamos abatidos por el dolor de la pérdida de quien -pese a que llevabamos unos años sin hablar- no dejaba de ser un verdadero amigo, no nos vale el adiós sin más. Queremos en todo caso el hasta siempre. Porque siendo imperfecto -como todos los humanos-, teniendo errores en su trayectoria -que los tuvo-, Alberto Durán Núñez nos deja un saldo altamente positivo de virtudes, de actitudes que sirven de ejemplo, de constataciones de que es posible encarnar al hombre bueno, con principios, con respeto a los demás, con tolerancia, que ve en quienes piensan de otro modo unos rivales -de los que incluso se puede aprender- pero jamás unos enemigos...
Habría para horas hablando de la personalidad de quien se ha ido. Pero en síntesis deberíamos decir que Alberto Durán, por encima de todo, resultó ser extraordinario ejemplo de bueno y generoso. Y con esto debería quedarse su familia, especialmente su esposa, María del Carmen, excepcional mujer, que nunca en virtudes fue a la zaga de su marido y a la que deseamos la mayor de las resignaciones cristianas para sobrellevar estos duros momentos finales.
Con Alberto Durán se va un tiempo, irrepetible, pero indispensable, para saber que mucho de lo que es hoy el Vigo moderno, pujante, respetado y conocido mundo adelante, a gentes como el se lo debemos : a su esfuerzo, a su generosidad tan comentada, a su entrega y a su brillantez, que también la tuvo.
Descanse en paz Alberto Durán Núñez, un vigués que tanto hizo no solo por su ciudad, sino por toda la provincia de Pontevedra, a la que tan dignamente representó durante años, y por la que tanto luchó.
EUGENIO EIROA