24 julio 2009

¡Menos lobos, Caperucita...!

Al pan, pan y...al vino, vino
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Lo que se esconde detrás de quienes
estos días tanto presumen en el Celta
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Andan sacando pecho estos días, la hija de Mouriño y los que como ella -de verdad- son dueños del Celta, al fin y al cabo una finca particular, no nos llamemos a engaño.
Y lo hacen, porque ha tenido que ir el ex alcalde Manoel Soto con un diseñador web a sacarles las castañas del fuego porque habían pasado más de tres años desde que habían comprado el Celta y no eran capaces de hacer lo que habían prometido, remodelar la página web del club.
Cuando tomaron el Celta, arremetieron contra la página web existente y contra quienes habían trabajado honestamente en ella. Igual hicieron con el periódico que el club tenía, menospreciando lo anterior públicamente el propio Mouriño, en una rueda de prensa, en la que se matrimoniaba con Víctor F. Freixanes y sus negocios editoriales, para alumbrar un nuevo periódico que no solo no le llegó ni a la suela de los zapatos al anterior del club, sino que terminó en poco tiempo como el rosario de la aurora.
Ahora sacan pecho de algo que no les corresponde, pues gracias a los antes citados que entraron por la puerta ofreciendoles su trabajo, han podido resolver un problema en el que llevaban más de tres años empantanados.
Menos mal que no les despreciaron. Han tenido suerte Soto y cía.
Lo primero que hicieron los Mouriños al llegar al Celta fue cargarse un proyecto muy serio y documentado que el club tenía cerrado, para en menos de tres meses tener en marcha al completo una nueva web en tres idiomas, una emisora de radio en Internet, un anuario -que cerrado y elaborado al completo solo faltaba imprimir, pero resultó vetado- y algunas acciones de comunicación más que sería ahora prolijo ennumerar. Tres años después, más de tres años después de haberse cargado todo esto... entró por la puerta Manuel Soto para hacerles parte de lo que ya tenían hecho -y rechazaron- tres años atrás... lisa y llanamente porque aquello les olía al Consejo anterior...
Como diría Galocha, ¿a qué huele esto...se dice odio a este olor?.
RAUL COIMBRA